El nombre de la rosa
El pasado
viernes 18 de octubre, en el teatro Gayarre y ante un público bastante peculiar,
como es el alumnado, se produjo el
estreno en exclusiva de la obra teatral El
nombre de la Rosa, que se pondría en escena para todo el público ese mismo
día por la tarde. La obra, escrita por el italiano Umberto Eco, fue
interpretada por un conjunto de actores provinciales y varios actores importantes
a nivel nacional, y dirigida magistralmente por el director Garbi Losada.
Extrapolando
las intenciones que tuvo el autor al escribir la obra, nos pudimos dar cuenta
del poder que la Iglesia tiene y ha tenido durante toda la historia, manejando
como títeres a las personas a través de la Institución de la Inquisición, que
tanto daño hizo en nuestro país, reprimiendo el saber y la cultura de la época
y sembrando el terror en toda Europa. Estas afirmaciones se pueden argumentar fácilmente
con momentos de la obra. En un primero momento se observa, en el juicio por las
muertes de los franciscanos, una sumisión total hacia la Inquisición por miedo
a ser quemados en la hoguera, por lo que se apoyaba todo lo que esta institución
decía.
En un segundo
momento, Umberto Eco nos deja también con
la duda de la existencia o no de un libro referente a una comedia que habría sido
escrita por el filósofo griego Aristóteles. Sobre este libro se monta una
segunda trama íntimamente relacionada con las muertes, ya que son Guillermo de
Baskerville y su novicio los encargados de hallar el lugar donde está escondido,
además de averiguar quién es la persona que está matando franciscanos en la
abadía. Resulta una gran coincidencia, que la pluma del autor provocó, el que la
causa de las muertes fuera, precisamente, el objeto que, con tanta ansia, buscaba el
moje Guillermo de Baskerville y su novicio, y que era el escrito aristotélico.
Toda la obra en conjunto, acentuando la labor de los actores, acercaron al espectador una época oscura para la Iglesia que, a través de la Inquisición, controlaba con puño de hierro todos los aspectos de la sociedad, así como las disputas que había entre franciscanos y el Papa.
Por último, señalar
que los actores, con sus brillantes interpretaciones, consiguieron sacar más de
una carcajada a los espectadores y que las casi
dos horas que duraba la obra se
hicieran más amenas.
Julen
Montilla
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