EL NOMBRE DE LA ROSA
Puedo afirmar
que el viernes salí del Teatro Gayarre con unas expectativas completamente
opuestas a las que tenía cuando acudí, junto con el resto de mis compañeros, a
presenciar la representación de la obra El
nombre de la rosa de Umberto Eco. Dicha obra, los alumnos que cursamos
Literatura el año pasado la vimos en forma de película, y a pesar de que me
pareció interesante, no consiguió llamar mi atención y conectar conmigo
completamente. Es por ello que acudía al Teatro Gayarre no con especial
entusiasmo.
Una vez allí
y tomado asiento, me fue inevitable no fijarme en cada uno de los detalles que
presentaba el escenario. A esto hay que añadir que para comenzar, se apagaron
las luces, una niebla empezó a cubrir todo el recinto y un fuerte olor a
incienso comenzó a hacerse notar cada vez más y más. Todo esto favoreció
lógicamente a crear un ambiente previo, una especie de introducción para situar
la obra. La obra narra las aventuras que Guillermo de Baskerville y su joven
discípulo Adso experimentan en una abadía benedictiana situada en los Alpes, a
la cual son enviados para tratar una reunión entre los enviados del Papa y los
franciscanos. La sorpresa de estos se produce cuando una vez allí, una sucesión
de asesinatos ataca la abadía. Son
encargados de investigar dichos misteriosos crímenes y encontrar una solución,
pero con una fecha límite, el día de la reunión.
La novela no
se caracteriza por su humor o por su acción, sino que su factor característico
es la intriga que perdura durante todo el desarrollo de la obra. A través de
ella consigue que los receptores se mantengan entretenidos y activos en todo
momento. Ayuda también el escenario y el decorado, no caracterizado por su
belleza o por su colorido, sino todo lo contrario. Predomina la oscuridad y lo
lúgubre, con los cuáles se consigue crear un cierto ambiente enigmático y
curioso por el cual el receptor se mantiene siempre atento.
La obra me
resulto muy entretenida y me pareció completísima en todos los aspectos. No
sólo por la trama, también por el decorado y la labor de los actores. Me
impresionó bastante el juego que dio el escenario en todo momento, variando su
forma y su decorado. Demuestra cómo se puede adaptar todo el paisaje de una
película, con sus grandes dimensiones, a un simple escenario de una forma
sencilla. Mención especial creó que merecen los actores. A pesar de figurar
nombres conocidos para el público, destaco el grupo en general. Hicieron un
trabajo fantástico y consiguieron en mi caso mantenerme atento en todo momento
durante las dos horas que duró la obra. Felicitarles por el enorme trabajo
realizado y por último decir, que es una obra muy recomendable y en la que se
disfruta mucho.
IÑIGO SUESCUN
No hay comentarios:
Publicar un comentario