martes, 29 de octubre de 2013

RESEÑA DE “EL NOMBRE DE LA ROSA”

El pasado 18 de octubre acudimos al teatro Gayarre de Pamplona para presenciar una sesión matinal de teatro.  La obra era “El nombre de la rosa”, escrita por el ensayista italiano Umberto Eco.

La obra es una mezcla entre una novela de intriga y una novela medieval e histórica en la que se pueden apreciar características de todas ellas. Es verdad que algunos compañeros habían visto la película en clase pero otros no, y a todos nos sorprendió gratamente la representación.
Esta novela se centra en dos personajes, el franciscano Guillermo de Baskerville y su discípulo el joven novicio Adso de Melk, quienes llegan a una abadía benedictina, famosa por su biblioteca. Guillermo, llega a la abadía para participar en una reunión entre los delegados del Papa y los líderes de la orden franciscana, para resolver unos problemas. Pero el éxito de este encuentro se ve amenazado por una serie de muertes. Guillermo, auxiliado por Adso, se sirve de su inteligencia, de su capacidad de observación y de su sentido común para resolver toda una serie de misterios.  A lo largo de la representación ocurren muertes y escenas en las que Guillermo de Baskerville y Adso tienen que investigar y llevar a cabo conclusiones para evitar más sucesos siniestros dentro de la abadía.

La comunicación con el público es muy buena y la acción de los personajes también. Al contrario que en el cine, la interpretación en el teatro es más real y por lo tanto hace que el emisor, emisores en este caso, tenga una relación más directa con el público haciéndoles estar más metidos en la obra. La puesta en escena es fantástica y se puede ver como con muy poco te puedes ver introducido en la historia que cuentan. Los actores utilizan un vocabulario adecuado a la obra y no muy difícil para que así todo el público lo pueda entender.

A mí personalmente la función de “El nombre de la rosa” me gustó bastante por su argumento, por su puesta en escena y también ayudó que en el reparto estuvieran algunos actores conocidos.

ALEJANDRO SAN MARTÍN


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